El verano de San Martín está ligado a una leyenda en torno a este Santo, que partió su capa en dos para cubrir a un mendigo desnudo y muerto de frío. Dios recompensó al Santo enviando una meteorología agradable durante esos días para frenar el frío del invierno.
Se trata de un tiempo estable que se intercala entre las perturbaciones habituales del otoño y se caracteriza por provocar temperaturas más altas de lo habitual para esta época del año. Estas cifras elevadas duran sólo durante unos días y luego se restablecen.
Existe otro veranillo, el de San Miguel al que se le conoce también como el Veranillo del membrillo o el Veranillo de los arcángeles
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