Tiburcio Peñote
Capítulo II
Tiburcio estaba tumbado en la
cama pensando en sus aventuras: los Gnomos del bosque, el Yeti, un dragón, unos
gigantes… Cuando, de repente se le ocurrió hacer otra de sus excursiones. Ver
el monstruo del Lago Ness.
– Siempre quise ir a Escocia y
con a ver la célebre serpiente marina, ¿por qué no ahora? – comentaba a sus
amigos.
Entonces se vistió y fue
corriendo a la agencia de viajes “Cocoloco”.
– Hola, buenas tardes
– Hola, buenas, ¿Qué desea? –
Preguntó una señora anciana que dirigía la agencia.
– Pues…, tenía pensado realizar un viaje a Escocia y
necesitaba que me organizasen el viaje – contestó él.
– No es un viaje que nos pidan
todos los días… – decía mientras se limpiaba los cristales de la gafas y
buscaba en un viejo ordenador.
Después de un rato de silencio.
– Tengo uno aquí por dos mil
quinientos euros – dijo feliz la anciana.
– Un poco caro, ¿no? Bueno, da
igual. Aquí tiene, pero por favor que sea lo más pronto posible – dijo
Tiburcio.
– Sí. Para mañana por la mañana
estará aquí el billete. – contestó la dependienta
Tiburcio salió corriendo a una
tienda de pesca, donde ya le conocían:
– ¡Hola Tiburcio! Hace mucho que
no nos veíamos. – Saludó el encargado.
– Sí, desde que vimos aquel megalodón. – dijo Tiburcio.
– Bueno ¿qué deseas?
– Pues… la caña de pescar más
grande y resistente que tengas.
– Creo que tengo la que
necesitas, hace años mi padre construyó algo como lo que estás buscando y la
dejamos aparcada en la trastienda, espera un momento.
De repente sacó una caña de
pescar enorme que no cogía en el mostrador.
– ¡La quiero amigo! ¿Cuánto
cuesta? – dijo Tiburcio en cuanto la vio.
– No está a la venta, te la
regalo Tiburcio. Me salvaste la vida con el megalodón y nunca he tenido la
oportunidad de compensarte.
– Bueno…. No sé – titubeó Tiburcio.
– ¡Venga! ¡Llévatela! Mi padre se
sentiría muy orgulloso de que alguien como tú utilizase su super caña.
Tiburcio salió de la tienda y
preparó el equipaje. Estaba tan cansado que empezó a cerrar los ojos lentamente
hasta que se durmió.
A la mañana siguiente se levantó
como una bala, se vistió y sin desayunar se fue directamente a la agencia de
viaje.
– Hola – dijo inquieto.
– No te pongas nervioso, aquí
tienes los billetes. Esta tarde saldrá el avión a las cinco.
– Muchas gracias – dijo un poco
más tranquilo.
Tiburcio puso todo en orden,
comió y se echo la siesta para descansar un poco pero no logró conciliar el
sueño de lo excitado que estaba.
El reloj sonó a las cuatro y
media y Tiburcio cogió sus cosas para dirigirse al aeropuerto.
Cuando llegó a Escocia lo primero
que hizo fue ir al hotel y dejar el equipaje, coger la super caña que le había
regalado su amigo y acercase al lago.
Observó el paisaje y era tan
bonito que decidió perder un poco de tiempo en contemplarlo e inspeccionar la
zona. Se dio cuenta de que había una cueva cerca del lago y le pareció un lugar
tan bonito que no se pudo resistir a entrar, pese a la dificultad que
presentaba.
Dentro vio en el suelo una
caracola grande de color turquesa brillante envuelta en algas marinas. A
Tiburcio le pareció tan bonita que decidió quedársela. La miró un rato y pensó
en cómo sonaría. Entonces cogió aire se puso la caracola en la boca y lo soltó.
Hizo un ruido extraño y en la cueva se formó un huevo muy extraño lleno de agua.
Ese hueco tenía toda la pinta de conectar con el lago. Tiburcio sorprendido de
lo sucedido tiró una piedra para calcular la profundidad cuando de repente
salió una enorme cabeza de serpiente del agua.
El animal al verle se asustó y se
escondió debajo del agua, pero volvió a salir tímidamente. Tiburcio extendió su
mano para acariciarle y la criatura se dejó tocar. Tiburcio le dio unas tajadas
de pollo. Tiburcio había comprendido que la criatura era la que tenía miedo y
no hacia mal a nadie y se fue de aquella cueva llevándose de recuerdo aquella
caracola para que nadie pudiera volver a molestar a la gran serpiente. Después
de pasar unos días contemplando aquellos maravillosos parajes regreso a su casa
pensando en cuál sería su próxima aventura.
Nerea 5º EP
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